Volvemos a retomar el blog!

Muchas cosas han pasado en este año! (y no todas buenas). Pero a lo hecho pecho.

Me gustaría que este blog fuera más interactivo. Así os pido vuestras historias de amor (o desamor) del último año. Para hacer boca os pongo un vídeo del gran Marc Anthony (que de esto sabe un rato)!

Ahora que pienso ¿qué tendrá este hombre que a psear de no ser un guaperas, han tenido a mujeres bellísimas y poderosísimas en su vida (y a todas les ha hecho hijos)?

Opinad:

Amor (o desamor) en tiempos de crisis.

Que la crisis nos ha afectado a todos de eso no hay ninguna duda. Pero, en lo que a situaciones sentimentales se refiere, la gente no tiene tan claro cuánto está influyendo ésta en la toma de decisiones emocionales. Y sin embargo…

Que se lo pregunten a mi amiga C. Lleva dos años y medio viviendo con su pareja, tienen un niño de un año y, después de este tiempo tan corto, ya se ha dado cuenta que no sigue enamorada de él. Es verdad que cuando le conocimos todas las amigas fuimos unánimes al decir que no le pegaba para nada. Ella incluso dejó de hablarnos (a algunas) por un tiempo, por lo que consideraba cochina envidia. El, alto y guapísimo (para ella, claro) tenía un trabajo en una multinacional americana, conducía un coche de alta gama y la llevaba de viajes sorpresa por toda Europa(Londres, Dublín, Paris, Roma, Florencia), a románticas playas en verano, a la sierra para pasar el finde sin ser molestados. Lo tenía todo, así que en cuanto ella vió que pasaba más tiempo en su casa que en la de él, le propuso que viviesen juntos y así se ahorraban un alquiler. Él dijo ¡vale! y un bonito fin de semana de marzo de hace 2 años, metió en su casa sus discos, libros y juegos (si, juegos)  y empezó una romática época para ella. Desde fuera lo que veíamos era un tipo desgarbado, un poco vizco y que siempre le decía que sí a todo (o se encogía de hombros). Ella hablaba, mandaba, reía y él sólo… sonreía. Todo el rato. No sabíamos si era tonto o sordo, pero ella estaba tan feliz que cualquiera le decía nada.

Cuando se quedó embarazada se fueron a vivir a un chalet a un pueblo de la sierra (por decisión de ella, claro), para tener más sitio y poder organizar la habitación del bebé (y estar más cerca de su familia, que viven todos en los alrededores). Ya entonces ella comentaba de vez en cuando  algunas cosas con un deje de queja o tristeza: «¡todo lo tengo que hacer yo!», «todas las decisiones las tomo yo, él sólo dice: si, mi amor«. Su madre le decía que todas las embarazadas le cojen tirria a sus maridos (¡?¿!) y ella fue engordando y comprando cosas para el bebé, pero cada vez más a disgusto. Pero el deterioro se hizo mayor cuado ella, embarazadísima, le comentó que podían aprovechar y casarse a la vez del bautizo: él se volvió a mirarla lentamente y con una sonrisa forzada le preguntó: ¿para qué vamos casarnos?,y ¿no será mejor que el niño elija su religión cuando sea mayor? Eso ella no se lo esperaba. Esa misma noche él le comentó que si que podían bautizar al bebé (por no darle un disgusto a sus padres- de él) y lo de la boda lo podían dejar para más adelante.

El niño nació hace un año y justo 2 semanas después a él le despidieron de su super puestazo en la multinacional. Y para no pagarle indemnización alegaron unas irregularidades, por lo que el despido era procedente. Por supuesto él no estuvo de acuerdo y fué a un abogado para arreglar el tema. Mientras,  él estaba sin trabajo, sin paro y sin dinero; y ella con un bebé recién nacido y unos gastos calculados para dos sueldos y sin un duro ahorrado (él era tan espléndido… ¡que no guardaba nada!). Y ahí fué cuando el clima de pareja empezó a deteriorase a la velocidad de la luz.

De pronto fué como si le hubieran dado un manotazo y de golpe se le hubiese caído la venda de los ojos. Ante si tenía a un tipo bastante soso, que no era tan guapo, que se escaqueaba todo lo que podía para no atender al bebé (ni la casa, ni la compra, ni nada); que no buscaba trabajo (tengo que esperar a que salga el jucio) pero que se pasaba horas delante del ordenador. Sin coche (el suyo era de empresa), sin casa (estaban alquilados en el chalet) y sin amigos (ahora que ya no era el super ejecutivo no le llamaba ni Dios). Todo el día en pijama delante de la pantalla viendo no se sabe qué y jugando en linea con los amigos. Las discusiones eran a diario, se sentía deprimida, tenía que cuidar al bebé (levantándose cada 4 horas para darle de comer). Además como ella estaba nerviosa, el bebé también se ponía nerviso y no hacía más que llorar. Había que cambiarse de casa porque no les llegaba para pagar el alquiler y los gastos del bebé, comer, luz, gas, teléfono…

Un día decidió hablar con él: «No podemos seguir así, yo ya no sé si te quiero, soy muy infeliz y mi única alegría es el niño». El la miró con esa cara de bobo que todas sus amigas habían visto mucho antes que ella y se encogió de hombros: «vete donde quieras pero yo no te puedo pasar ninguna pensión y vas a tener que hacer frente a todo tú sola». Ella ni había pensado en el tema, pero si se separaba de él tendría que buscar un abogado para regular sus obligaciones frente al niño y estaba claro que en la situación del momento ella iba a tener que hacerse cargo de todo. Bueno YA se hacía cargo de todo así que le dijo: «¡Bonito, vete de mi casa! ¿Tu casa?, el contrato de alquiler está a mi nombre, de hecho todos los contratos están a mi nombre así que … vete tú, porque nosotros no estamos casados y eres tú quien se ha venido aquí a compartir casa», le contestó él sin dejar de mirar a la pantalla del ordenador.

De esto hace más de 6 meses y los dos siguen viviendo en la misma casa. Ella ha psado del amor al odio. No lo soporta,pero ahí está: manteniéndole mientras espera que le salga el juicio de una vez, a ver si así por lo menos busca trabajo. Cada día se levanta como si tuviera una piedra sobre el pecho y no hace más que pensar en como llevarse todas sus cosas y a su niño y dejarle alli en el chalet (que está en plena sierra y muy mal comunicado) y que le pague el teléfono (e internet, la luz, el gas y el agua) «Rita la Cantaora». Todas le hemos dicho que se vaya de allí ya pero, fijaos que situación, casi todas las cosas que hay dentro de la casa (en un 95%, por lo menos) son suyas y hacer una mudanza ahora le costaría un dinero que no tiene, eso sin contar con fianzas y avales necesarios para coger un piso nuevo. Menos mal que por lo menos tiene trabajo y él se queda con el niño ahora mientras ella va a trabajar.

Lo peor es que él está tan contento: con sus cervecitas, su internet, sus juegos y su tranquilidad. ¡Vaya con la cisis!